Escritos

Otra Introducción a la Percepción Unitaria

Al decir “otra introducción a la Percepción Unitaria”, estamos sugiriendo que hemos hecho varias introducciones, y éstas, son sólo una manera de comenzar a estudiar la Obra escrita sobre Percepción Unitaria, que incluye más de cuarenta libros entre los que se encuentran “El Nuevo Paradigma en Psicología”, “La Percepción Unitaria”, “La Psicología del Siglo XXI” y “Lo Profundo de la Mente”.
Si ustedes son serios, no se quedarán satisfechos con esta introducción solamente. Estamos propiciando una Nueva Psicología del Siglo XXI, la Psicología Holokinética, que es la consecuencia inevitable de las transformaciones que sufrió la ciencia del siglo XX.
Por lo tanto, hemos desarrollado un nuevo lenguaje muy coherente y afín con muy profundas comprensiones en Psicología.
Tenemos que hacer que este nuevo lenguaje sea nuestro lenguaje común en Psicología, ya que, de lo contrario, contribuiremos a la confusión ya reinante en esa tierra de nadie que es la Psicología actual.
El lenguaje que usamos es muy pulido desde el punto de vista semántico y epistemológico. El lenguaje fue confirmado por la experiencia individual de muchos investigadores, incluyendo al que habla. Esto lo hace preciso y simple. Pero esa simplicidad surge de muy profundas comprensiones científicas, epistemológicas, exegéticas, y vivenciales.
Sin esas comprensiones, un lenguaje simple, como el de la Psicología Holokinética, puede ser usado de manera muy inadecuada por el neófito.
Nuestro lenguaje tiene que ser afín con el hecho de la Percepción Unitaria, que es el hecho más importante y el menos conocido de la mente humana.
También tenemos que ver nuestra inmensa resistencia a usar el nuevo lenguaje, condicionados por el viejo lenguaje incoherente de la Psicología del siglo XX.
Hemos partido, desde 1986, con una nueva definición de la palabra “mente”: Mente no es solamente el resultado de la interacción del organismo con el ambiente, desde el útero hasta la muerte, sino también el reflejo de la organización básica del universo: la holokinesis, que desde el orden implícito del cosmos, se explicita como materia, mente y energía cósmicos.
El contacto con la holokinesis explícita se da solamente en Percepción Unitaria.
Cuando hablamos de Percepción Unitaria somos conscientes que la palabra “percepción “es el acto de darse cuenta que precede al pensamiento y a cualquier interpretación racional de la experiencia.
Decidimos con David Bohm llamarle “unitaria” por ser el contacto real perceptual (no imaginativo) con la realidad 9 indivisa. La palabra “unitaria” alude al contacto consciente con todas las energías que están llegando (ya) al cerebro, al mismo tiempo.
Este contacto, aunque sea de corta duración, tiene una calidad sensorial y emotiva sin precedentes en la experiencia individual. Esta calidad lo vuelve un evento de extraordinaria relevancia.
Sin duda, el contacto con la holokinesis, que sólo puede darse en Percepción Unitaria, conduce al necesario cambio en los aspectos cuántico, energético y molecular de la materia cerebral humana. Esta mutación cerebral debe ocurrir para que se posibilite el cambio psicosocial de la humanidad en todo el planeta. Ese cambio psicosocial es lo que a veces denominamos “la conciencia planetaria”. Esta expresión algo poética se refiere a sentirnos uno con toda la humanidad. También se refiere al lado compasivo de la globalización, una conciencia que incluye al ambiente y al trabajador.
La investigación psicológica no puede ser sólo con las ratas y los monos, en un laboratorio universitario. Tiene que ser también una vivencia individual.
Se trata de comprender las múltiples implicaciones de la Percepción Unitaria por uno mismo.
Más importante que comprenderse a uno mismo es comprender por uno mismo.
Las matemáticas no bastan para estar en contacto con la realidad.
Las matemáticas sólo nos dan cierta ilusoria certidumbre sobre la realidad.
Pero la Percepción Unitaria es el comienzo del fin del conflicto, es un movimiento de silencio y paz. Cuando ocurre, existe gran profundidad en las relaciones entre los seres humanos y aún con los otros mamíferos.
También hay, en Percepción Unitaria, una constante captación de las incoherencias intrínsecas al proceso de pensar, aún cuando el pensamiento está cumpliendo una función y no es sólo obsesión o hábito de pensar.
Denominamos al proceso de pensar “mnemónico-eidéticotímico-autonómico” o proceso META, para no separar a las emociones y a las reacciones viscerales (neurovegetativas) de las imágenes de la memoria que ocurren simultáneamente con cualquier pensamiento.
Al percibir todo lo perceptible al mismo tiempo, cesa la compulsión de clasificar lo perceptible en “dentro-fuera”, lo interno y lo externo.
En Percepción Unitaria el espacio es uno y el tiempo es irrelevante. Sólo el pensamiento divide el espacio en “interno/ externo”, oriental/occidental. etc.
Al escuchar el trino de un pájaro (por ejemplo), estamos percibiendo todo el sonido que genera el cerebro al mismo tiempo.
Muchas veces olvidamos que para escuchar un sonido, el cerebro debe transformar la energía sonora que llega al tímpano, en energía electromagnética, para que exista “conciencia” del sonido.  
Por eso hablamos de escuchar el sonido que genera el cerebro. No es posible un tratamiento integral de los problemas mentales sin comprender que la Percepción Unitaria es el hecho más importante y el menos conocido de la mente.
Es muy curioso que los más grandes cerebros del siglo XX no pudieron concebir nada en la mente humana que no fuera pensamiento, memoria y conocimiento. Esto se hizo también incapacidad de descubrir.
En esto no se diferenciaron (con excepción de Leibniz y su concepto de Mónada, o de David Bohm con su concepto de Holokinesis) de los cerebros más destacados de los últimos 300 años.
Por ejemplo, Alfred North Whitehead, escribe “Ciencia y el Mundo Moderno”. Allí cita a Descartes diciendo, en el capítulo “Ciencia y Filosofía”:
“Yo creo ver luz, escuchar un sonido y sentir calor, esto no puede ser falso. Esto es lo que en mí se denomina adecuadamente percibir (sentire en Latín), lo cual no es nada más que pensamiento”.
Obviamente, Descartes no sólo no puede percibir unitariamente, sino que comienza por denominar “creencia” a sus percepciones.
Reduce sus percepciones a una forma de pensar absolutista, que es la creencia. ¡Para Descartes percibir, sentir y pensar eran la misma cosa! Muchos, hoy en día continúan pensando así.
Para colmo, en algunos idiomas como el alemán, no hay mucha diferencia entre pensamiento y percepción.
Por eso somos conscientes, que a pesar del lenguaje pulido y simple, puede aún resultar difícil comprender lo que decimos: que la Percepción Unitaria es el hecho más importante de la mente, el menos conocido, y que pensar en la Percepción Unitaria no es Percepción Unitaria.
También decimos que el pensamiento racional no es permanentemente necesario. Además éste puede ser abarcado por la Percepción Unitaria.
Es posible meramente pensar en la Percepción Unitaria, pero esto es sólo un pensamiento más.
En cambio, pensar mientras estamos en Percepción Unitaria es algo completo y profundo, que va más allá del pensamiento.
El gran Whitehead cita también a Henry Sidgwick: “Es el objetivo primario de la filosofía unificar completamente, traer a una clara coherencia, todos los departamentos del pensamiento racional”.
Con estos antecedentes reduccionistas quizá resulte difícil aceptar o comprender lo que decimos: que el pensamiento podrá unificar fragmentos pequeños de la realidad para construir un gran fragmento de la misma (una teoría científica, por ejemplo), pero que el contacto con la realidad indivisa sólo puede ocurrir más allá del pensamiento, a través de la puerta estrecha que es la Percepción Unitaria.
Whitehead parece bloquear esta comprensión cuando insinúa que “Leibniz y la novedad de sus mónadas están en los extremos que yacen fuera de los límites de una segura (safe) filosofía”.
Whitehead expulsa a Leibniz de su concepción de la filosofía al ubicarlo fuera de la filosofía por su concepto de Mónada.
Claro, todavía Whitehead no sabía que en 1957 Keith y Upatnicks construirían el holograma en la Universidad de Michigan (Estados Unidos) basándose en sugerencias de Denis Gabor, quien a su vez había utilizado el cálculo Diferencial e Integral de Leibniz.
Cuando Gabor recibe el Premio Nobel, se publican en Europa nuevamente los libros de Leibniz, 200 años después de la muerte de Leibniz.
Sorprendentemente, sin embargo, aún hoy, a comienzos del siglo XXI, es mayor la influencia de Descartes y Whitehead que la que pueden haber tenido Leibniz, Gabor y el holograma.
Whitehead no parece concebir a la religión más que “como una manera de pensar”.
Nos dice en “Ciencia y Religión” que la ciencia y la religión son “credos que pueden compararse”. Nos recuerda que la religión “ha surgido a la experiencia humana mezclada con las más groseras formas de la imaginación bárbara”.
Vale preguntarse si alguno de nosotros entiende la religión como algo que existe más allá del pensamiento y el conocimiento, algo que el pensamiento puede solamente reducir.
Yeshua Bar Joseph, más conocido como Jesús el Cristo, gritaba por las calles de las ciudades de Palestina la palabra “metanoia”, que era una de las palabras que más frecuentemente usaba. La palabra “metanoia” nunca fue bien traducida a los idiomas europeos como el inglés y el español y quiere decir “más allá del conocimiento y el pensamiento”.
Es decir, ni siquiera un cerebro privilegiado del siglo , como el de Whitehead, es capaz de entender que la esencia de la religión está más allá de lo que podamos creer, pensar, imaginar y conocer.
Se trata de vivir verdaderamente en una diferente dimensión de la mente. Una dimensión a la que existe un acceso único y angosto: la Puerta Estrecha de la Percepción Unitaria (METANOIA).
Se dice que Martin Heidegger fue el pensador que más influyó la filosofía europea del siglo XX.
Heidegger llegó a inventar su propio idioma para hablarnos de sus pensamientos.
Cuando se critica a Heidegger no se dice que jamás fue más allá del pensamiento.
Sólo se dice que en 1933 tomó la rectoría de la Universidad de Freiburg, después que el rector anterior hubiera renunciado con gran indignación. Esa indignación fue la respuesta a la exigencia del Gobierno Nazi de Adolf Hitler, de no permitir la entrada a estudiantes judíos, así como de expulsar a los profesores judíos.
Heidegger no tuvo problemas con estas exigencias Nazis y tomó alegremente la rectoría vacante.
Esto se le critica mucho, claro está, pero jamás se le critica que no haya considerado más que al pensamiento en su filosofía. Esto es por la creencia recalcitrante de que no existe más que pensamiento y memoria en la mente humana. Las palabras “mente”, “memoria” y “pensamiento” han pasado a ser sinónimos para la mayoría de las personas.
Heidegger escribe en su artículo titulado “Qué es Metafísica”, que la conexión entre el ser y la nada se da sólo a través del terror.
Pero cualquiera de nosotros puede comprobar en un instante, que el miedo no existe, a no ser que exista un pensamiento que evoque ese miedo.
En la misma Puerta Estrecha de la dimensión mental desconocida, que es la Percepción Unitaria, ya comenzamos a sentir total ausencia de conflicto (ausencia de miedo, rabia y tristeza).
Cuando la mente individual muta a lo desconocido, comienza un orden que se puede denominar “cósmico” en su naturaleza. Se siente una inmensa paz, una paz que está por encima del silencio en el que no se piensa ni se dice palabra alguna.
Se comprende la irrelevancia del tiempo, (aunque comprendamos que debemos ser puntuales en nuestras citas), la unidad del espacio y la energía, así como la integración unitaria de toda la humanidad.
Como esta dimensión está más allá de las palabras, es casi inefable.
Por eso hemos decidido hablar de la única actividad deliberada que nos da acceso (tarde o temprano) a esa dimensión mental. Esa única actividad deliberada es la Percepción Unitaria.
El hombre que no conoce la dimensión desconocida de la mente (algo que con Bohm y Krishnamurti hemos denominado “Aquello”) no podrá marchitarse, ya que nunca ha florecido.
Un ser humano sin Percepción Unitaria no está completo.
 
Ahora miremos la Psicología del Siglo XX:
La figura más resplandeciente continúa siendo la de Sigmund Freud, a pesar de sus errores, errores que él mismo se encargó de denunciar con conmovedora honestidad.
Freud nos demuestra cómo el principio del placer, nuestra hostilidad y la fusión o condensación de los contenidos de memoria, pueden influir tanto nuestro pensamiento como nuestra acción. Freud insiste sistemáticamente (no mitológicamente como los antiguos griegos), en que hay una memoria inconsciente con contenidos “reprimidos” (ajenos a la conciencia) y que son retenidos allí por “defensas” o resistencias, también de naturaleza inconsciente.
Afirma que muchos síntomas de enfermedad psicológica como la ansiedad y la obsesión (entre otros), son la expresión consciente de esos contenidos de memoria reprimidos. También lo son las Parafilias (o perversiones sexuales).
Pero esos síntomas y Parafilias, y quizá aún enfermedades del organismo, no son la única manifestación de los contenidos reprimidos.
Afirma Freud que los sueños del dormir son el camino de oro a lo reprimido.
Los chistes y los errores que cometemos al escribir y al hablar, manifiestan también lo reprimido, como lo hacen nuestras iglesias, bancos y ejércitos, con sus lealtades y confianzas sostenidas por fuerzas inconscientes.
Tampoco podrían ocurrir nuestros enamoramientos sin negar (inconscientemente) defectos ni proyectar (inconscientemente) virtudes en la persona que es objeto de nuestro amor.
Además el acto de la hipnosis (con el olvido de la inducción hipnótica que nos impulsa a actuar), puede ser la esencia del pensamiento colectivo mismo. Decimos que somos católicos por libre albedrío, sólo porque hemos olvidado las innumerables inducciones familiares y sociales que nos impulsan (inconscientemente) a ser católicos.
De la misma manera algunos tienen a sus hijos, o compran una nueva computadora, o el automóvil del año. Decimos que no somos racistas hasta el momento en que nos vemos actuar despreciativamente hacia una persona de raza negra. Habíamos olvidado las inducciones hipnóticas del pensamiento colectivo (familiar y social) que nos impulsan a ser racistas sin que nos demos cuenta.
Pero Freud no podía hablar todavía, de manera científica, de ese inmenso área de la mente que existe más allá de la memoria y del pensamiento y que nos es desconocido.
Sólo la Percepción Unitaria nos permite el acceso a ese área, y no hubo fundamentos científicos (como la holokinesis de David Bohm), ni concretos (como ese instrumento que es el holograma), ni matemáticos (como el teorema de Bell), ni psiconeurológicos (como la memoria holográfica de Karl Pribram), ni vivenciales (como Jiddu Krishnamurti) para la Percepción Unitaria, hasta después de la muerte de Sigmund Freud, ocurrida en Londres, el 23 de Septiembre de 1939.
Bohm formula la holokinesis completamente recién en 1986, el holograma aparece en 1957, gracias al rayo LASER y el teorema de Bell aparece en 1965.
Pribram formula holonómicamente su concepto de memoria holográfica, recién cuando yo lo conozco en 1979.
En el año de 1984, el Dr. David Bohm me envió el siguiente artículo para que lo usara como introducción de mi libro “La Percepción Unitaria”.
Los trágicos eventos que ocurrieron en mi vida en el año 1984 me hicieron olvidar de usar este artículo con ese fin.
A comienzos del año 2000, el amigo Luis Córdova me hizo notar esa omisión.
Este amigo descubrió el artículo inédito de Bohm en un boletín casero que había sido distribuido por mí (en 1984) con el título de “A New Life” (Una nueva vida).
No fue hasta Febrero del año 2000 que traduje al español el artículo que el Dr. Bohm me obsequió en 1984.
Lo sorprendente es que 16 años después, David Bohm continúe siendo una novedad enigmática, tanto en Ciencias como en Epistemología.
 
“La Totalidad y el Orden Implicado”(Artículo Inédito en idioma Español) David Bohm - Profesor de Física Teórica - Universidad de Londres- 1984
La frase “el mundo cabe en un grano de arena” implica la noción de que ningún objeto, persona o evento es completamente autónomo o separado.
La totalidad de la existencia es algo completo e irrompible en un movimiento que fluye indiviso y sin fronteras.
La materia y la mente son sólo diferentes aspectos de una realidad total e indivisa.
La materia como una totalidad puede ser comprendida en términos de la noción de que el orden implícito es la realidad inmediata y primaria. El orden explícito, entonces, es un caso particular y distinguido del orden implícito. La cuestión que aquí surge (como fuera quizá anticipado por Descartes) es que la real “substancia” de la conciencia está en el orden implícito.
Si la materia y la conciencia pudieran entenderse juntas, en términos de la misma noción general de orden, se abre el camino a entender su relación sobre la base de un “suelo” o fundamento común.
La característica general de la Física clásica es que todo puede ser analizado en partes separadas, partes que pueden ser consideradas tanto como pequeños cuerpos discretos, o bien como partículas ideales sin extensión (todo lo cual se relaciona sólo a través de fuerzas externas de interacción).
En el dominio de la Física Cuántica, la clásica idea de la separabilidad del mundo en partes distintas pero interactivas, ya no es más un artículo de fe al cual uno se adhiera tan tenazmente.
Encuentro que es fascinante que se nos escape la ambivalencia de los Físicos Cuánticos sobre este tema. La Teoría Cuántica, incuestionablemente, implica la realidad indivisa dentro del contexto del Cuantum.
Pero sin embargo, obviamente, persiste un extraño apego a una forma de pensar enraizada en la vieja manera de ver la realidad en Física. En esta manera de ver, el objeto aislado externalizado de la Física Clásica, está todavía allí, como flotando.
La única diferencia es que ahora “el objeto” ha sido reemplazado por una clase más sofisticada de “entidad”. Esa “entidad” es un constructo abstracto y estadístico que ha dado en llamarse “Función de onda”, “Onda de Probabilidad”, etc.
Esta ambigüedad no es más que otra expresión de la confusión que prevalece dentro de la comunidad de los Físicos Teóricos.
Esta confusión no está en las ecuaciones de la Mecánica Cuántica, o en los resultados de los experimentos diseñados para medir la actividad en el reino subatómico.
Esta confusión subyace en el mismo proceso del pensamiento, con el que se interpretan los resultados de esos experimentos. Ninguna teoría nueva nos rescatará de esa confusión.
Tampoco resolverá el dilema ningún intento de unificar las partes, ya que este intento produciría inevitablemente otra “integración del pensamiento”, es decir, otro fragmento del pensamiento, aunque más grande.
No uso el término “fragmentación” de una manera peyorativa. Pienso que la “fragmentación” es una propiedad inherente al mismo proceso del pensamiento.
Es esta propiedad del pensamiento, la “fragmentación”, lo que hace que veamos al mundo en términos de divisiones, distinciones y diferencias.
Por cierto que esta modalidad de categorizar el conocimiento tiene aplicaciones prácticas. La confusión surge cuando “creemos absolutamente” en estas categorías. Esta “creencia” que no admite cuestionamientos tiene sus raíces en la asunción incontrovertible de que el proceso del pensamiento es independiente del contenido del pensamiento.
Estoy proponiendo una nueva noción de orden universal, que he denominado “el Orden Implicado, o implícito”. Implicado viene de una raíz del Latín, que significa “envuelto”.
En términos del “Orden Implicado”, uno puede decir que todo está envuelto en todo.
Esto contrasta con el “Orden Explicado”, ahora dominante en la Física. En el Orden Explicado las cosas están “desenvueltas”, en el sentido de que cada cosa yace solamente en su propia región del espacio (y del tiempo) y fuera de la región que pertenece a otras cosas.
Un ejemplo sobresaliente de lo que denomino “el orden implícito” ocurre cuando la luz, que emana de vastas extensiones de espacio y tiempo, de estrellas, galaxias y racimos de galaxias, converge o “se envuelve” dentro de un punto dado del espacio.
Es decir, que la luz que emana de (y que contiene información de) todas esas fuentes, está implícita dentro de cada punto del Universo. Cuando esta luz es interceptada por un instrumento, por ejemplo una lente telescópica, junto con los métodos apropiados de interpretar lo que se recibe, este punto de luz se desenvolverá en un orden de fenómenos reconocibles (lo que denomino el orden explícito de relaciones manifiestas).
Sin tal intervención, sin embargo, en un punto dado, ya sea en forma de instrumentos o del aparato del pensamiento interpretativo, absolutamente nada significativo se revelaría a nuestras percepciones.
El patrón de interferencia de una placa holográfica provee otro ejemplo del orden implicado.
La información de toda una estructura está envuelta, es decir, implicada, dentro de cada región del holograma. Si se examina la superficie del holograma, sin embargo, nada significativo se revela por el patrón de las bandas de interferencia lumínica.
Lo que aparece es simplemente irreconocible como una relación coherente de formas.
Sin embargo, cuando, bajo condiciones apropiadas, tanto el holograma como una porción dada de éste, se ubican en el camino de un rayo de luz láser, el pasaje de la luz estimulada reconstituye en tres dimensiones, todo el patrón correspondiente a la estructura original iluminada.
Para decirlo en mi lenguaje, lo que ocurre en el holograma iluminado por el rayo láser, el orden implicado, inherente en las franjas de interferencia de la placa holográfica, ha sido desenvuelto en un orden explícito de manifestación. Este orden explícito se manifiesta como un patrón de relaciones que es ahora familiar y reconocible, y por lo tanto, perceptible.
Esta idea de los órdenes explícito e implícito, no vino a mí gratuitamente como un hallazgo teórico, sin embargo. Más bien evolucionó naturalmente de mi propio estudio de la teoría Cuanto-Mecánica y de la Teoría de la Relatividad de Einstein.
Lo que me resultó más que fascinante fue la manera en que los Físicos de las partículas de alta energía, en su compromiso con lo que denomino el orden atomístico-mecanicista, persisten en ignorar las implicaciones obvias DE SUS PROPIAS TEORÍAS.
Esto ocurre a pesar del hecho de que ambas teorías (La Cuántica y la de la Relatividad) implican la necesidad de mirar al cosmos como una realidad indivisa.
En esta realidad indivisa todas las partes del Universo, incluyendo al observador y a sus instrumentos, convergen y se unen en una totalidad.
En esta totalidad, la forma atomística de comprensión, es una simplificación y una abstracción, válida solamente en algún contexto muy limitado. El rasgo central de esta visión atomística-mecanicista (tan completamente en contradicción con la Teoría Cuántica) es que partículas de “interacciones de campo”, lleguen a tratarse como entidades discretas que están localizadas.
Esto es como decir que “cada una está fuera de las otras” en regiones separadas del espacio y el tiempo.
Parece mentira que lo que fue concebido como un objeto individual en la Física Clásica, se ha vuelto hoy un concepto más abstracto, como el concepto del estado Cuántico de un sistema.
Todavía se nos presenta con algo que no es más que una clase de existencia separada y autónoma.
Un caso común es el uso de la palabra “rastro” (“track” en inglés) cuando nos referimos al camino de una partícula subatómica en la cámara de burbuja.
Su persistente uso demuestra la profunda resistencia a abandonar el viejo hábito de pensamiento de la Física Clásica. Claramente, el mero concepto de discontinuidad de los “saltos cuánticos”, desmiente cualquier noción de “rastros” suavemente definidos.
En realidad el “rastro” es una vinculación arbitraria de puntos visibles en una placa fotográfica.
Esta es una abstracción y una asunción inventada por el pensamiento, que presume un movimiento autónomo de una partícula localizada, que retiene su identidad desde un extremo del “rastro” al otro.
Por cierto, esta es precisamente la visión clásica mecanicista, que desearía lidiar con “partículas”, como si ellas fueran entidades existentes realmente separadas, que se mueven a través del espacio y el tiempo obedeciendo leyes causales, independientemente de si estamos por ahí o no para observarlas.
Me gusta usar la imagen de un torrente en flujo, con sus siempre cambiantes patrones de torbellinos, remolinos y ondas, que no tienen realmente una existencia separada del torrente, a no ser como abstracciones que hace el pensamiento de quien observa el torrente en flujo.
Esta noción de que todo es flujo, implica que cualquier evento descriptible, cualquier objeto, entidad, etc. es una abstracción de una totalidad desconocida e indefinible de movimiento en flujo.
Esto implica que no importa lo lejos que vaya el conocimiento de las leyes de la Física, el contenido de estas leyes tendrá que lidiar todavía con tales abstracciones del pensamiento, teniendo sólo una relativa independencia de existencia y de comportamiento.
Si la Teoría Cuántica tan claramente implica esta indefinible totalidad de movimiento en flujo, entonces... ¿por qué es que las interpretaciones de la teoría continúan estando limitadas al orden explícito?
Mi respuesta es que estamos todavía casados a la creencia de que a través de una estructuración lógica del pensamiento podemos arribar a un verdadero conocimiento de la “realidad tal como es”. Esta creencia se ha vuelto para nosotros un invisible artículo de fe.
Nos hemos habituado tanto al orden explícito, y lo hemos enfatizado tanto en nuestro pensamiento y en nuestro lenguaje, que tendemos a creer con gran fuerza afectiva, que nuestra experiencia primaria es aquello que es explícito y manifiesto.
Puedo ver ahora que yo tenía una cierta manera de pensar. Antes de actuar, yo quería sentir que tenía una completa comprensión conceptual de la situación, de manera tal que yo sería capaz de elegir libremente, sin ser arrastrado a fines desconocidos por fuerzas que yo no había anticipado.
Pero tomando parte con otros niños en alguna acción física, tuve que ver el desequilibrio que surge cuando uno insiste en actuar siempre de esa manera.
Lo que recuerdo es que, cuando tenía unos doce años, estábamos cruzando un torrente a los saltos. Mientras hacía esto con considerable emoción, ocurrió una intensa comprensión.
En esa comprensión no había palabras, pero puesta en el lenguaje sería algo así: “Cuando me equilibro con un pie en una piedra, lo que soy es un estado de equilibrio hacia la próxima piedra, y actuando en consecuencia puedo cruzar a salvo el torrente. Si me detengo a analizar los detalles del movimiento, me voy a caer al agua”. Esto tuvo profundo significado para mí durante el resto de mi existencia.
Por supuesto, también me ayudó a cruzar aquel torrente.
Más tarde comencé a investigar en nuevas áreas. Colaboré con Albert Einstein y conocí a Jiddu Krishnamurti. Trabajé como Decano de la Escuela Secundaria que él fundó en Brockwood Park, cerca de Londres.
Comencé a observar la operación de la mente misma y no sólo el mundo de la naturaleza.
En realidad tenemos que ir mucho más lejos que el reino de la Física Cuántica, o del pensamiento científico en general, a la cuestión más fundamental de qué es lo que constituye el proceso de pensar.
Me di cuenta de las maneras en las que el pensamiento fragmentario toma forma, y de la casi imperceptible tendencia a creer que estas divisiones se corresponden con la estructura actual de la realidad.
Mi tesis es un nuevo punto de partida para un estudio real de la relación entre conciencia y pensamiento.
La aparición de la obra escrita del Dr. Rubén Feldman González constituye una innovación en el campo de la psicología. Esta obra lidia con los órdenes implícito y explícito de la realidad y de cómo se relacionan con la psicoterapia, con la educación y la relación humana en general.
 
David Bohm - 1984-
 
Jiddu Krishnamurti me dijo en 1975 que la Percepción Unitaria comenzó a ser permanente en él, sólo después de 1965 (a la edad de 70 años). Antes de eso había sido sólo intermitente en su vivencia.
Yo lo conocí cuando él tenía 80 años. Falleció lúcidamente a los 91, en Ojai, California.-
Fueron mis diálogos con Krishnamurti, desde 1975 y con Bohm desde 1978, los que dieron nacimiento a la Psicología Holokinética.
El concepto de Percepción Unitaria recibe su nombre (epistemológicamente adecuado), a partir de esos diálogos. Krishnamurti reconoció en 1975, que la palabra “meditación” que él usaba no era adecuada para lo que él estaba enseñando.
Por eso hoy tienen Uds. la suerte y el privilegio de escuchar sobre Percepción Unitaria.
Ese privilegio no lo tuvieron ni Freud, ni Einstein, ni Marx.
Yo espero que lo tomen muy en serio, en vuestras propias vidas, a pesar que todo vuestro condicionamiento intelectual lo rechace.
En otras palabras: Ustedes deben descubrir por ustedes mismos (pero a pesar de ustedes mismos), a pesar de todo lo que son y lo que creen ser.

Los beneficios de la Percepción Unitaria:

1) Ausencia de conflicto. Paz mental.
2) Reactivación de la inteligencia. El cerebro corrige sus propios errores en menos de 24 horas y se detectan las incoherencias del pensamiento en el momento en que se expresan.
Además, se sabe instantáneamente cuándo el pensamiento NO ES funcional. En ese momento puede uno intentar la Percepción Unitaria.
El mero intento de la Percepción Unitaria es regenerativo.
3) Regeneración física y moral.
4) Profunda comunión en nuestras relaciones.
Esto es lo que se descubre más fácil y tempranamente.
Pero ustedes, por vuestra propia cuenta, harán, además, otros muchos descubrimientos si se mantienen constantes, desde hoy, día a día, a cada momento del día, en Percepción Unitaria.

Los invito a hacer siete cosas al mismo tiempo:

1) Percibir todo
2) lo perceptible
3) al mismo tiempo
4) ya mismo. Siempre únicamente YA.
5) Sin nombrar (sin palabra hablada o pensada)
6) de hecho en hecho
7) toda la vida. Es una forma de vida y no una mera técnica psicológica simplista pre-Freudiana.
 
Yo les ruego que tomen esto muy en serio y verán enormes beneficios en todos los aspectos de vuestras vidas.
Repito que tendrán que tomarlo en serio, al principio aún a pesar de ustedes mismos.
Si no son constantes en intentar la Percepción Unitaria, no verán sus enormes beneficios.
Voy a terminar esta introducción con 22 frases del mutante Jiddu Krishnamurti, que son afines con la Percepción Unitaria.
Les recuerdo que esto es sólo una introducción. Hoy pueden iniciar ustedes una nueva vida.
 
1. Ver en Percepción Unitaria es hacer.
2. El contacto con la creación es sólo ya mismo.
3. Existe pensamiento, pero no pensador.
4. Conozca por sí mismo (no a sí mismo).
5. Uno es el camino, la verdad y Zoé= La Percepción Unitaria.
6. Cuando “esto” (el pensamiento de Rubén ó el Rubén del pensamiento) termina, “Aquello” (Zoé ó Vida Verdadera), comienza.
7. La dignidad de vivir no está en practicar una virtud.
8. Lo que ve es todo lo que hay.
9. La Vida Verdadera (Zoé) está en el espacio y no en el tiempo.
10. En Percepción Unitaria, el observador es parte de lo observable.
11. La Percepción Unitaria es percibir todo lo perceptible al mismo tiempo (ya) sin palabras.
12. La claridad de la mente en sí no es claridad con respecto a algo.
13. La mente totalmente silenciosa es pura energía, puro amor y pura belleza.
14. El contacto mental con la energía ocurre sólo en el espacio ya mismo, no ocurre en el tiempo (pasado ó futuro).  
15. El pensamiento racional no es necesario permanentemente.
16. Nada es mejor que lo bueno.
17. La creación es el fin del tiempo.
18. Esté atento a la inatención, no se esfuerce en estar atento.
19. Una mente totalmente viva no necesita experiencias.
20. Mirar sin la interferencia del pasado es mirar en completo silencio.
21. La bondad sólo florece en la paz.
22. Una mente en Percepción Unitaria es todo lo que la sociedad necesita.

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