La Mente Grupal
Estamos en un momento histórico de suprema importancia para la humanidad.
Sus profundos, súbitos y a veces sangrientos cambios sociales, económicos, políticos y aun ecológicos que han ocurrido en lo que va del siglo XX, son sin duda muy significativos para toda la humanidad, pero posiblemente no sean más que esbozos de una revolución mucho más profunda que se está gestando en la mente del ser humano.
¿De qué naturaleza es esta mutación o esta revolución o este profundo cambio? Esta mutación tiene que ver con la intimidad del funcionamiento del sistema nervioso del ser humano, es decir, tiene que ver con intercambios moleculares dentro de lo que ha dado en llamarse la mente humana.
Pero quizá las repercusiones de esta transmutación sean mucho más profundas de lo que podemos imaginarnos.
La aparición del holograma como instrumento paradigmático, el concepto de holokinesis en física promulgado por el doctor David Bohm, los experimentos hechos con ratas por McDougall, Agar y Crew, son los primeros signos de una transmutación que se ve a nivel tecnológico, a nivel de física teórica, y aun a nivel biológico.
Cuando el doctor Cannon habló de homeostasis refiriéndose a la capacidad del organismo de mantener un equilibrio en su intercambio con su medio ambiente, aún no soñaba con las nuevas teorías de la homeodinámica que se consuman con el nuevo concepto de resonancia.
La resonancia completa y consuma las leyes de la homeodinámica afirmando que existe una armonía en movimiento entre el organismo y el ambiente. Como afirmaba Bernard Rensch, que en algún momento aparecieron sobre la corteza terrestre 19 nuevos órdenes de mamíferos y 102 nuevas familias (posiblemente en el período geológico eocénico), y esto se explica afirmando que una explosión estelar galáctica o intergaláctica determinó una explosión a nivel molecular en los mismos genes de esas especies, lo que equivale a decir que así como ocurrió una explosión a nivel estelar, ocurrió simultáneamente aquí en la Tierra una explosión biológica molecular a nivel genético.
Hasta allí llega la teoría de la resonancia de acuerdo a las recientes leyes de la homeodinámica.
Sin embargo, vemos el advenimiento de la teoría del holo-movimiento también denominada holokinesis, promulgada por David Bohm, una teoría que afirma que el tiempo es irrelevante y no sólo relativo como lo fue para Albert Einstein o absoluto como lo fue para Isaac Newton.
La resonancia en boca de David Bohm implica no solamente que dos entes materiales se transforman simultáneamente aunque estén separados por gran distancia, sino que, puede ocurrir una transformación conscientemente perceptible (a nivel de significado) que según Bohm es la conexión entre la conciencia y la materia en un movimiento que va nada menos que de aquí hasta aquí.
La resonancia de acuerdo a las leyes de la homeodinámica es solamente un aspecto de la resonancia como la interpreta David Bohm. La resonancia deja de ser la simultaneidad de aconteceres entre esto que está aquí y aquello que está allí, sino la simultaneidad de aconteceres en el movimiento mismo que va desde aquí hasta aquí, pero que paradojalmente abarca todo el universo.
El lector podrá ya preguntarse: ¿De qué estamos hablando?
Esta misma pregunta le hice a David Bohm cuando lo conocí en Londres en 1978 y me introdujo a lo que él considera el dogma o los dogmas de la ciencia como la conocemos.
A uno le han enseñado que la ciencia es absoluta, inmutable, y cuesta creer que la ciencia actual esté basada en dogmas, es decir, paradigmas o teorías no absolutamente demostrados.
Cuando nos dicen que el realismo es la doctrina que afirma que las regularidades en los fenómenos observados son causadas por una realidad física cuya existencia es independiente del observador humano, nos están hablando de un dogma científico.
Cuando nos dicen que la inferencia inductiva es una modalidad válida del pensamiento que puede ser aplicada libremente, de manera tal que conclusiones legítimas surgen de observaciones consistentes, nos están hablando de un segundo dogma científico que es la columna fundamental o una de las columnas fundamentales de la ciencia como la conocemos, de la manera en que hacemos ciencia actualmente.
Cuando nos dice nada menos que Albert Einstein que la separabilidad o localidad es una teoría que implica que ninguna influencia puede propagarse en el universo más rápido que la luz, nos están hablando de otro dogma.
Cuando la mente se resiste a aceptar algo que no tiene substancia lógica o demostrada, surgen nuevas teorías para explicar aparentemente nuevas realidades o nuevas maneras de ver la realidad.
Con respecto al hecho de que hay resonancia entre los cuerpos del universo de una manera simultánea o por lo menos casi simultánea han surgido concepciones «particulares» que pretenden explicar tal fenómeno.
Así surgió el concepto de takión o partícula rápida que es una partícula teórica, es decir, jamás vista y jamás demostrada.
Cuando un científico como David Bohm se resiste a aceptar las explicaciones particulares a los muchos fenómenos con los cuales la ciencia tiene que enfrentarse actualmente a la luz de la aparición de nuevos instrumentos, uno dice que hay manera de concebir la totalidad como reunida universalmente en lo que él llama el orden implicado que está precisamente en el mismo lugar en que está todo cuerpo material en forma de energía única desde el cual todos los elementos o partículas o subpartículas de ese cuerpo emergen y que esas partículas y subpartículas van emergiendo de ese orden implicado en ese cuerpo material y también en todo el universo a cada instante, como si la creación entera se estuviera creando a cada instante o recreando a cada instante.
El primer libro que escribió David Bohm antes de colaborar con Albert Einstein, se refería a la mecánica cuántica. Cuando Albert Einstein leyó ese libro y comenzó el contacto entre Bohm y Einstein, comenzó también para Bohm la posibilidad de concebir la materia y la energía de una nueva manera.
Nos dice Bohm, entre otras cosas, que aún en la mecánica clásica (no en la mecánica paradojal) el movimiento o la velocidad se define como la relación que existe entre la posición de un cuerpo ahora y la posición de un cuerpo un momento atrás o un tiempo atrás.
Sin embargo, lo que ha ocurrido un momento atrás o un tiempo atrás ya no existe, entonces se está estableciendo una relación entre lo que es y lo que no es.
De acuerdo a David Bohm esto no es un concepto lógico y sin embargo sobre este concepto ilógico se sustenta la ciencia como la conocemos.
El movimiento de aquí hasta aquí que es una manera de definir la holokinesis de Bohm, da por tierra con el concepto de tiempo relativo y tiempo absoluto y nos enfrenta con el concepto muy difícil de imaginar que es el tiempo irrelevante.
Cuando se descubre el primer agujero negro como una entidad universal que absorbe planetas y estrellas en un pequeño espacio, uno puede preguntarse, ¿dónde quedan el espacio y el tiempo como los conocemos?
Es fácil darse cuenta de que todo esto no puede comprenderse y ni siquiera comenzar a comprenderse sin una transmutación en la calidad de nuestra capacidad de observar.
Tenemos que comenzar a hablar inexorablemente de una manera de observar fragmentaria y de otra manera de observar unitaria.
Sobre esto nos hemos extendido en mi libro “Psicología Holokinética” El único paradigma científico en Psicología (Versión revisada 2014 del libro El Nuevo Paradigma en Psicología publicado por Editorial Paidós, Buenos Aires, Argentina) cuando todavía no habían ocurrido a nivel de observador una serie de fenómenos vinculados con una transformación real de la observación que ocurrió en el autor de aquel libro que ahora escribe.
Después de mis contactos con Krishnamurti (JK) y David Bohm, comenzaron mis intentos de transformar mi manera de observar, intentos que según ambos, debían ser sin esfuerzo.
Se trata de observar dentro del tiempo irrelevante, un tiempo que parece abarcar al tiempo absoluto y al tiempo relativo.
Se trata de una manera de observar donde la comparación que todo lo compenetra en nuestro pensamiento ocupa un lugar secundario, podríamos decir hasta irrelevante.
Aun la comparación entre el hecho observado y la palabra con que el lenguaje represente ese hecho observado.
Toda comparación, toda aceptación (que implica comparación), todo rechazo, están fuera de esa nueva manera de observar, y la paradoja que emerge en esa manera de observar que es parte de la actividad humana como la conocemos, se resuelve cuando el observador se disuelve y se absuelve en la observación de todo aquello que le es accesible con sus cinco sentidos ya mismo, fuera del tiempo.
Es como si el cerebro sensorial comenzara a funcionar de una manera global, no de una manera fragmentaria.
Después de unos años de esos intentos de observar de esta nueva manera, comenzaron a ocurrir una serie de hechos que podrían ubicarse entre lo anecdótico y lo absurdo.
Esta «ubicación» de esos hechos entre lo anecdótico y lo absurdo hace que el observador tema hablar de ellos y de esa manera se prive a sí mismo y a la humanidad entera de una nueva manera de experimentar la realidad.
Cuando hablé con Karl Pribram en la Universidad de Stanford en California, me dijo que había sido su capacidad de ir más allá de su miedo de parecer estúpido lo que había hecho que él hablara de la memoria como un hecho holográfico.
Cuando hablé con un biólogo en California sobre su teoría de los campos morfogenéticos vi que ha surgido del concepto de holokinesis de David Bohm, él me dijo que los experimentos con ratas Wistar hechos por McDougal, Crew y Agar, habían sido diseñados para demostrar la teoría de Lamarck, una oposición a la teoría de Darwin con respecto a la evolución de las especies.
Sin embargo, estudiando estos experimentos, se encontró que había algo mucho más que eso en ellos. Al parecer las ratas que aprendían un determinado laberinto y que pertenecían a la trigésima quinta generación de ratas que habían aprendido ese laberinto, lo aprendían de una manera mucho más fácil y con menos errores. Ratas de tipo Wistar que habían aprendido ese laberinto con 360 errores en la primera generación, cometían sólo 8 errores en la trigésima quinta generación. Esto en sí era un hecho admirable, sin duda no explicable por transmisión genética.
Pero esto parecía confirmarse y demostrarse cuando Agar en Australia y Crew en Escocia, demostraron el mismo hecho con ratas del mismo tipo, pero con el agregado de que las primeras ratas que ellos usaron (después que McDougall había operado con este tipo de ratas por 35 generaciones) aprendían ya en la primera generación con 6 u 8 errores.
Aquí el problema de la transmisión genética o aun la transmisión de conocimientos adquiridos, no explicaban el fenómeno en su totalidad.
Allí, siguiendo a Bohm, promulga su teoría de los campos morfogenéticos y la idea de que las ratas tipo Wistar tenían una mente grupal comenzó a ser un poco más aceptable.
Sin embargo, David Bohm afirma que «la noción de la mente grupal tendrá que ser al principio aterradora. La mente identificada como está en la personalidad, reaccionará para proteger el sentido egoísta del yo».
Es decir, que estamos hablando de una nueva manera de observar que llamamos Percepción Unitaria y que no es solamente la acción simultánea de los cinco sentidos, sino también darse cuenta de ese hecho.
Esta acción simultánea de los cinco sentidos que se realiza conscientemente y sin esfuerzo, que absuelve y disuelve al observador en la observación (como lo hemos dicho antes), parece determinar (aunque no en el tiempo absoluto), una contingencia extraordinaria. Esta nueva manera de observar se denomina unitaria no solamente porque se rompe por primera vez en la historia de esa mente observadora la barrera que el observador había establecido psicológicamente entre él (o ella) y todo lo que observaba.
Entonces comienzan a hacerse claros los conceptos explicativos de los experimentos con las ratas, el concepto de holokinesis, de la tecnología del holograma, del funcionamiento de la memoria como un todo holográfico.
En esta nueva manera de observar parece romperse la barrera entre el yo y el tú, entre el observador y lo observado, entre el ayer y el mañana, todo lo cual ocurre en el ahora inmediato en aquello que Bohm denomina el movimiento que va desde aquí hasta aquí.
Tomado del libro: La Percepción Unitaria. Diálogos y Comentarios sobre la Revolución Científica Actual